En una economía tan globalizada como la actual, las empresas están cada vez más presionadas para demostrar no solo que son rentables, sino que también contribuyen de manera positiva a la sociedad. Este cambio en la expectativa social ha llevado a las empresas a adoptar criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG, por sus siglas en inglés) como un medio para lograr un impacto sostenible a largo plazo, sin sacrificar la rentabilidad.
En este artículo, exploraremos cómo las empresas pueden equilibrar estos dos objetivos, presentando casos prácticos y consejos que cualquier empresa puede implementar.
Las expectativas sociales en torno a la sostenibilidad de las empresas han cambiado de forma drástica en las últimas décadas. Atrás quedaron los días en que las empresas solo se enfocaban en maximizar las ganancias. Hoy en día se espera que las empresas también desempeñen un papel activo en la solución de problemas sociales y ambientales.
Esto ha llevado a la creación de los criterios ESG, que buscan medir el impacto de una empresa más allá de sus resultados financieros. Los criterios ESG son un conjunto de estándares que las empresas pueden utilizar para guiar sus decisiones y políticas basados en tres ámbitos diferenciados.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU y los criterios ESG comparten objetivos comunes y a menudo se entrelazan en la práctica. Ambos apuntan a crear un mundo más sostenible y justo, aunque se enfocan en diferentes aspectos de este ambicioso objetivo.
Los ODS fueron establecidos por las Naciones Unidas en 2015 con el objetivo de erradicar la pobreza, proteger el planeta y garantizar la prosperidad para todos. Son 17 objetivos que cubren una amplia gama de temas que van desde la eliminación del hambre y la garantía de una educación de calidad, hasta la promoción de la paz y la justicia.
La relación entre los ODS y los criterios ESG es estrecha, dado que ambos promueven la sostenibilidad y la responsabilidad social corporativa. Las empresas que adoptan los criterios ESG suelen contribuir al cumplimiento de varios ODS.
Por ejemplo, una empresa que se centra en reducir su huella de carbono (un criterio ESG) contribuye al ODS 13 (Acción por el Clima). Del mismo modo, una empresa que implementa prácticas laborales justas (criterios sociales ESG) ayuda a cumplir el ODS 8 (Trabajo Decente y Crecimiento Económico).
Los criterios ESG ya no son sólo una consideración moral o ética, sino también una estrategia comercial efectiva. Adoptar estos criterios puede proporcionar una ventaja competitiva sobre otras empresas y contribuir a generar beneficios significativos a nivel económico, más allá de los beneficios sociales.
Algunos de los principales beneficios se detallan a continuación.
La inversión basada en criterios ESG ha crecido de manera exponencial en los últimos años, de la mano de la mayor concienciación ciudadana en aspectos relacionados con la sostenibilidad. Los inversores son cada vez más conscientes del impacto de sus inversiones y buscan empresas que no solo ofrezcan rendimientos financieros, sino que también contribuyan positivamente a la sociedad y al medio ambiente.
Al adoptar criterios ESG, las empresas pueden atraer a este creciente segmento de inversores conscientes de la sostenibilidad. Además, pasarían a ser empresas aptas para formar parte del patrimonio de muchos instrumentos de inversión ISR, que tienen establecido en sus estatutos los criterios por los cuales se rigen sus criterios de inversión, y que exigen un compromiso en materia de sostenibilidad.
Los clientes están cada vez más interesados en apoyar a las empresas que comparten sus valores, que normalmente tienen que ver con una mayor responsabilidad social y ambiental, al intentar conseguir una economía verde.
Las empresas que demuestran un compromiso auténtico con la sostenibilidad y la responsabilidad social pueden fomentar una mayor lealtad del cliente, lo que puede traducirse en ingresos más estables y recurrentes.
Muchas estrategias ESG también pueden resultar en ahorros de costes directos. Por ejemplo, la implementación de medidas de eficiencia energética puede reducir los costes operativos a largo plazo.
Además, la gestión eficiente de los recursos puede reducir los costes de materiales y desechos, especialmente en empresas que se dediquen a la producción y distribución.
Varios estudios han encontrado una correlación positiva entre el desempeño en los criterios ESG y el desempeño financiero a largo plazo. Entre ellos, destaca el estudio “ESG and financial performance: aggregated evidence from more than 2000 empirical studies", publicado por Gunnar Friede, Timo Busch y Alexander Bassen en el Journal of Sustainable Finance & Investment en 2015, que analiza más de 2000 estudios individuales sobre el tema, y que llega a la conclusión de que las empresas que adoptan criterios ESG fuertes pueden, de hecho, experimentar beneficios financieros a largo plazo.
Además, si tomamos como referencia el índice MSCI World ESG Leaders Index, que engloba a todas aquellas empresas comprometidas con criterios sociales y medioambientales en todo el mundo, vemos que su rentabilidad con respecto al MSCI World, que es el índice representativo de empresas a nivel mundial, es prácticamente la misma (12,75% frente al 12,81% anualizado en los últimos cinco años).
Es decir, las empresas con fuertes prácticas de ESG tienden a tener mejor desempeño financiero y menor volatilidad de ganancias en el tiempo.
A nivel mundial, la legislación actual en materia social y medioambiental es cada vez más estricta. El cambio climático es un hecho, y el objetivo de gobiernos y entidades supranacionales es intentar frenarlo con normativas más rigurosas.
Por eso, el incumplimiento de los criterios ESG puede exponer a las empresas a una variedad de riesgos, desde multas y sanciones regulatorias hasta daño a la reputación. Al adoptar criterios ESG, las empresas pueden identificar y gestionar estos riesgos antes de que se conviertan en problemas significativos.
Las empresas con buen desempeño ESG pueden encontrar más fácil acceder a capital, ya que los bancos y los inversores pueden considerar que representan un riesgo de crédito más bajo.
Además, tal y como hemos dicho, es más fácil acceder a los mercados a captar nuevo capital para nuevos inversores.
La implementación de los criterios ESG puede variar enormemente de una empresa a otra, dependiendo de su industria, tamaño, ubicación y objetivos estratégicos. Sin embargo, hay algunos pasos generales que todas las empresas pueden seguir para aplicar de manera efectiva estos criterios:
En función del criterio, se pueden establecer diferentes estrategias y objetivos a conseguir.
En definitiva, la adopción de los criterios ESG requiere un compromiso a largo plazo y una planificación estratégica cuidadosa. Sin embargo, con los pasos correctos, las empresas pueden integrar con éxito estos criterios en su modelo de negocio, beneficiándose tanto a nivel financiero como en términos de reputación y lealtad del cliente.