Ante la nueva paridad euro-dólar, que no se veía desde hace 20 años, toca analizar qué impacto tendrá en las empresas que transaccionan en ambas divisas y cómo definir estrategias adecuadas para protegerse del riesgo de tipo de cambio y/o beneficiarse de este nuevo entorno.
El nuevo ciclo económico, con subidas de tipos de interés para disminuir el alza de la inflación, trae consigo también un nuevo escenario en el mercado de divisas. Tras más de dos décadas por encima del dólar, el euro se ha depreciado, alcanzando la paridad con la moneda americana de la que se esfuerza en alejarse. La más agresiva política monetaria de la Reserva Federal junto a las incertidumbres en torno a la desaceleración económica, la inflación y la guerra en Ucrania han convertido al dólar en una divisa refugio. ¿Cuáles son las expectativas? En estos tiempos convulsos, hacer previsiones es arriesgado. Según JP Morgan, en el peor de los escenarios bélicos, con Rusia cancelando por completo las exportaciones de gas y Alemania paralizando su producción, el euro caería a 0,90 dólares. Por su parte, la media de los analistas que recaba Bloomberg prevén un rebote sostenido por parte de la divisa europea, hasta los 1,04 dólares por euro a finales de año y del 1,1, el próximo. Y en este contexto, los intereses de las coberturas contra divisas están aumentando.
Esta situación está afectando a los resultados financieros corporativos. Aunque beneficia en términos de competitividad de precios en artículos y/o servicios referenciados en euros, incrementa los costes por el cambio de divisas de aquellas empresas expuestas al dólar. Ello debe llevar a las empresas a replantearse sus estrategias de cobertura para riesgos de divisas, tanto a nivel operativo como de financiación, con el objetivo de reducir el impacto de las oscilaciones del tipo de cambio sobre el flujo de caja y gestionar mejor el riesgo de la actividad.
Lo cierto es que todavía hoy muchas empresas trabajan de forma manual la conversión y estrategias de divisas, lo que supone ineficiencias y potenciales errores. Hacer un seguimiento de las fluctuaciones de los precios, los tipos de cambio e intereses y otros factores que influyen en el flujo de caja derivado de los riesgos de divisa resulta largo y tedioso. Se necesitan plantillas y tiempo para la búsqueda de datos en fuentes en tiempo real y confiables e inserción de las métricas en hojas de cálculo. Sin embargo, estos efectos adversos pueden subsanarse con programas automatizados que ayudan a monitorizar la cotización de las divisas y el impacto que la volatilidad puede tener en la tesorería corporativa.
En este sentido, los equipos financieros tienen que ser proactivos a la hora de gestionar y ajustar esas oscilaciones del tipo de cambio con rapidez, para amortiguar el impacto de esta nueva paridad en sus posiciones abiertas de divisa extranjera (sea el dólar en sí o divisas fuertemente correlacionadas con el dólar). Para ello, la tesorería corporativa tiene a su alcance dos estrategias, con sus correspondientes soluciones, y que la actual coyuntura está poniendo en valor su complementariedad para protegerse del riesgo cambiario y neutralizar o, al menos, minimizar el impacto del tipo de cambio. Una se apoya en soluciones tecnológicas y otra, en soluciones financieras:
La automatización de datos, su posterior almacenamiento en la nube y su análisis son claves para tener información en tiempo real del impacto de las oscilaciones de tipo de cambio en la tesorería y flujo de caja empresarial. En la actualidad, las soluciones SaaS alojadas en Cloud permiten recabar, procesar y analizar de forma rápida los datos, de tal manera que los equipos financieros pueden tener una fotografía real e instantánea de la evolución de las monedas y controlar en cualquier momento la fluctuación. Asimismo, pueden visualizar diferentes escenarios en función de los tipos de cambio para prever y prevenir situaciones complejas. A la postre, lo que permiten estas soluciones es agilizar la toma de decisiones, algo crítico en la coyuntura actual.
En el sector financiero existen diferentes productos para protegerse de la volatilidad de una moneda y que se agrupan principalmente en futuros y opciones (warrants, swaps, derivados, etc.) consistentes en un contrato a largo plazo cuya finalidad es suscribir en el momento presente un tipo de cambio comprador y/o vendedor entre dos divisas para una determinada fecha. Cuidado porque estos productos no están exentos de riesgo, pues el mark-to-market de dichas posiciones es un riesgo que se debe gestionar con una posición de liquidez que permita cubrir potenciales pérdidas si se deshace la posición anticipadamente.
Como se indicaba, son estrategias complementarias ya que la primera permite tener esa fotografía real de la cotización de las divisas que sirve a futuro para negociar tipos de cambio competitivos y diseñar una estructura de cobertura adaptada a cada organización.
Para aquellas empresas que ya hayan acudido a estrategias sintéticas de cobertura de divisa, los últimos movimientos pueden haber provocado grandes variaciones en el mark-to-market de dichos productos. Es un buen momento para revisitar dichas posiciones y analizar si las posiciones actuales siguen siendo eficaces o si conviene rotar alguna de ellas a productos más efectivos con los niveles de cotización actuales.
Al mismo tiempo, los movimientos acontecidos recientemente deberían provocar que empresas que no gestionen activamente su riesgo de divisa, por muy pequeño que sea, reconsideren si tiene sentido operativo y estratégico para el negocio comenzar a hacerlo.
Esta es una muestra más de que el entorno global ya no es el mismo que en los últimos años y la incertidumbre seguirá estando a la orden del día en el corto y medio plazo, por lo que la automatización de procesos se revela como una propuesta de valor que disminuye el trabajo manual y los posibles errores humanos y permite a los equipos financieros centrarse en tareas estratégicas que contribuyan al crecimiento al negocio.