Cuando hablamos de empresas, nos estamos refiriendo en la gran mayoría de los casos, a negocios en los que posiblemente, su origen ha sido familiar. Las hay de todos los tamaños y se las encuentra en todos los sectores, siendo las “responsables” de generar la mayor parte del empleo, tanto a nivel local como de forma global.
Se caracterizan por tener una visión de largo plazo, tanto en lo que respecta a los objetivos que buscan conseguir, como en poder transmitir el propio “legado familiar” a las siguientes generaciones. Suelen reinvertir los beneficios generados en el propio negocio e impulsar la innovación, ya que lo principal, no deja de ser el mantener la compañía “con vida”, durante todo el tiempo que sea posible.
Si nos enfocamos en la gestión de sus finanzas, suelen adoptar posturas conservadoras con su endeudamiento, y lo mismo, tienden a evitar acometer inversiones de alto riesgo, lo que hace que muchas veces, el rol del CFO se enfrente a un conjunto de desafíos diferentes al de otro tipo de empresas, donde la consecución de objetivos financieros en el corto plazo, suelen tener un “peso ponderado” mayor.
Esto no quiere decir, que las empresas familiares no se encuentren orientadas a lograr maximizar la generación de beneficios, pero sí que el trabajo del CFO sea diferente, en el sentido de que suele “extenderse” más allá de sus funciones “tradicionales”, puesto que, también debe de considerar los intereses familiares, buscando siempre el “equilibrio” con las necesidades y objetivos del negocio, tarea por cierto, nada fácil de llevar a cabo.
Es por esto que el Director Financiero representa una figura clave en este tipo de empresas y no es casual que sea de las primeras incorporaciones a la compañía, sin tener ningún tipo de vínculo directo con la familia fundadora.
Si bien esto último lo exime de encontrarse “sesgado” a la hora de adoptar decisiones, también le exige el disponer de una serie de "habilidades blandas" (soft skills), como ser la empatía, la escucha permanente, comprensión y tolerancia, para lograr el “equilibrio” ante las diferentes “visiones familiares” que pudiesen existir ante un hecho en particular, según sea su “interlocutor” y la posición que ejerza dentro de la organización.
Esto implica que la gestión de las emociones sea un aspecto más que relevante para la posición del CFO en una empresa familiar, ya que podrá disponer de los mejores conocimientos técnicos, pero nada será más importante que la de saber, interpretar y coordinar las competencias emocionales de las personas con las que interactúa.
No hay que olvidarse que los propios rasgos de personalidad de los propietarios, muchas veces se traduce, en la forma en la que se llevan a cabo las funciones en la compañía, lo que lleva a tener que conocer el cómo, cuándo y principalmente, por qué se adoptan ciertas decisiones en la empresa.
No queda más alternativa que sea el CFO, el encargado de buscar y lograr la “armonía” necesaria que permita consensuar las diferentes interpretaciones que pudiesen existir entre los diferentes integrantes de la familia, con las buenas prácticas comerciales, necesarias para poder garantizar la viabilidad del negocio y potenciar el futuro del mismo.
Otro aspecto relevante a considerar, es que la gestión financiera de la empresa, en muchas ocasiones no constituye el “límite” de sus funciones, ya que la negociación de conflictos personales entre los diferentes miembros de la familia, la planificación patrimonial y hasta el propio plan de sucesión, requieren de su activa y directa gestión.
En sí, un CFO en una empresa familiar no sólo puede llegar a forma parte de su Comité de Dirección, sino que también debe de ejercer funciones de asesoramiento sobre temas de diversa índole, que pueden hasta exceder los de la propia empresa y encontrarse relacionados de forma directa con asuntos personales de los miembros de la familia fundadora.
Por lo tanto, el contar con una buena gestión de sus habilidades blandas, que logren equilibrar la combinación de los intereses comerciales con los del negocio, conjuntamente con una comunicación efectiva sobre la evolución de los objetivos a lograr, representan los “retos extras” a los que se debe de enfrentar el CFO, nunca olvidando que la compañía en sí, representa para sus fundadores, algo que excede el concepto natural de negocio.