Contar con el mejor equipo financiero resulta un factor crítico para el éxito de cualquier empresa, por lo que nada es más importante para el CFO que rodearse de las personas adecuadas, ya que es lo que le permitirá potenciar su rol y así poder enfocarse en la generación de valor, desde una perspectiva mucho más estratégica que operativa.
Tradicionalmente, el área financiera se caracterizaba por el dominio y aplicación de una serie de conocimientos técnicos, que bien utilizados permiten no solo "explicar el pasado", sino también generar información confiable para la toma de decisiones de negocio, minimizando así el riesgo de errores.
Es el propio avance de la tecnología, lo que le ha permitido redefinir su rol, siguiendo la misma línea de evolución que la del propio CFO, esto es, hacia una visión mucho más focalizada en el negocio y la estrategia de la compañía, y no meramente enfocada en explicar lo que ha pasado y en el cumplimiento normativo.
Esta reconversión del área exige la necesidad de contar con perfiles profesionales que no solo dispongan de un sólido conocimiento "técnico", sino también que deben contar con las capacidades necesarias capaces de aprovechar las ventajas que ofrecen las nuevas tecnologías disponibles.
Se trata sobre todo de un cambio de cultura del área que debe acompañar y apoyar la propia evolución del negocio, adoptando nuevas formas de trabajo, basadas en la colaboración, la experimentación y el aprendizaje continuo, a la vez que exige replantear el modelo operativo, incluyendo automatizar tareas y redefinir procesos internos.
Combinar rigor analítico con intuición de negocio, precisión técnica con flexibilidad para adaptarse a los cambios del entorno, resulta fundamental a la hora de conformar un equipo financiero, donde el dominio de lo técnico, pasa a ser una capacidad necesaria (y obligatoria), pero no suficiente.
Por ello, es necesario que los profesionales del área financiera, dispongan de una comprensión más amplia del negocio que gestionan, para así poder adaptarse lo más rápido posible a los cambios, que cada vez adquieren una mayor “velocidad”.
El ser capaces de “traducir” y poder comunicar información compleja, de tal forma que pueda ser utilizada para la toma de decisiones por el resto de la organización, que generalmente habla en un “lenguaje” diferente y no suele disponer del mismo conocimiento técnico, exige el desarrollo y una buena aplicación de lo que se define como “habilidades blandas”.
Empatía, actitud proactiva, autonomía, pensar de una manera crítica sobre cómo se hacen las cosas, adaptarse a nuevos escenarios, interactuar con equipos interdepartamentales, resultan habilidades críticas y esenciales con las que debe de contar cualquier equipo financiero y así poder convertir los datos en análisis, las oportunidades de negocio en resultados y la estrategia en rentabilidad para la compañía.
En este contexto, la integración de herramientas digitales cobra relevancia. Así, contar con una plataforma de gestión de tesorería como Embat permite unificar la información de forma ágil y precisa, mejorar la comunicación entre departamentos y liberar recursos del equipo financiero, de modo que puedan concentrarse en aportar valor estratégico al crecimiento de la empresa.
Es aquí donde el CFO adquiere un papel central, en el sentido de poder integrar las diferentes habilidades del equipo financiero, identificando tanto sus fortalezas como sus debilidades, asegurando así que todos sus integrantes trabajan en un mismo objetivo común.
Por lo tanto, pasa a ser relevante el fomentar la diversidad dentro del equipo financiero, no solo en lo que se refiere a la incorporación de personas con diferentes experiencias profesionales, sino también con otras formas de pensar y enfoque, para de esta manera, fomentar la generación de ideas innovadoras, que puedan convertirse en soluciones creativas a los problemas que se presenten.
Asimismo, un equipo financiero diverso puede estar mejor preparado para enfrentarse a los desafíos de un mercado globalizado. Las empresas que operan en múltiples países, necesitan de equipos que comprendan las particularidades de cada región, tanto desde una perspectiva técnica como cultural.
Por otro lado, se hace necesario impulsar una cultura de comunicación abierta y “bidireccional” entre el CFO y los miembros de su equipo, donde se valoren las contribuciones de cada uno de ellos, algo que resulta relevante, para fortalecer el grupo y de esta manera tender a lograr los objetivos propuestos.
La confianza resalta como otro requisito esencial para construir un equipo cohesionado, más cuando muchas veces debe de gestionarse información confidencial y estratégica, por lo que resulta imprescindible, garantizar su integridad. De igual modo, debe de ser bidireccional, generando así un clima de seguridad, que refuerce la comunicación abierta, como así también la asunción responsable de riesgos y poder aprender no solo de los éxitos que se consigan, sino también de los fracasos.
Es así como formar un equipo financiero no deja de ser un proceso que requiere de cierta “ciencia” en la selección de los mejores talentos con los conocimientos técnicos necesarios para el desarrollo de sus funciones, como así también del más puro “arte”, ya que se debe de complementar con la capacidad para adaptarse, innovar y colaborar estrechamente con otras áreas de la compañía.
De esta manera, una integración equilibrada entre arte y ciencia, es lo que realmente determina la diferencia entre un equipo financiero que se orienta a la administración de recursos, de otro que se dedica a la generación de valor mediante la mejora continua.