Si algo ha quedado claro durante estos últimos años, es que la dirección financiera ejerce un papel clave en la transformación de las compañías, donde el rol del CFO va mucho más allá de “ordenar” las cuentas, participando de forma activa en la definición y proyección de la estrategia de la organización.
Es así como, cada vez más, se considera al CFO como una pieza fundamental en la dirección de la empresa, llevando a cabo un enfoque transversal y horizontal con el resto de las áreas que la componen.
El CFO ejerce como el responsable de garantizar que la compañía se dirige en el camino correcto, para lo cual dispone de todas las cualidades necesarias para convertirse en el partner natural o mejor dicho, en el “copiloto” del CEO.
Si bien, no es el que “conduce”, sí es quien da las indicaciones precisas sobre como se encuentra la “carretera”, alertando sobre los peligros que pueden aparecer durante el viaje, para de esta forma, lograr ir lo más rápido y seguro posible.
No deja de ser quien propone “rutas alternativas” cuando es necesario, cuidando siempre que se disponga de suficiente “combustible” (previsión de liquidez), como si hay que realizar una “parada técnica” (cambio de estrategia), en el caso de que las “condiciones del clima” se hubiesen modificado (crisis).
El CFO debe vigilar en tiempo real que los demás indicadores del tablero del coche, sean los correctos y se encuentren alineados, respetando en todo momento los “límites de velocidad” y las “señales de tráfico” (normativa vigente), para de esta forma, evitar el enfrentarse a cualquier tipo de "multa".
Es por esto que su trabajo se combina perfectamente con el del CEO, quien en todo momento, necesita de un “copiloto” a su lado, para que juntos puedan cumplir los objetivos propuestos. Eso por esto, que desarrollar la mejor de las “químicas” entre ambos, es algo más que necesario para el logro de tal fin.
Es así como debe ser capaz de proporcionar la orientación financiera y apoyo al CEO, para que este pueda ser capaz de adoptar las mejores decisiones de negocio, basadas en dicha información, ya que caso contrario, será difícil que la compañía funcione de forma correcta y pueda cumplir con sus objetivos.
El CFO debe de desarrollar relaciones fuertes con el resto del equipo ejecutivo, algo que es esencial para su función de “copiloto” del CEO, participando activamente en la gestión y ejerciendo el liderazgo en los proyectos claves de la organización.
No deja de ser con el CEO, quien debe de ser capaz de comprender y ejecutar la visión de los accionistas, alineando objetivos e informando en todo momento del “estado del viaje”, traduciendo la información del negocio, en ideas claras y ejecutables.
Es por esto, que uno de los objetivos más importantes a lograr por parte del CFO, no deja ser el llevar a cabo una comunicación efectiva y alineada, tanto de forma interna como externa a la organización.
El CFO tiene que ser capaz de entender y transmitir lo que el CEO busca lograr (y viceversa), para así asegurarse que todos se encuentran alineados, trabajando en una misma dirección, hacia el logro de los objetivos propuestos.
En resumen, la figura del CFO como “copiloto” del CEO, no deja de ser un componente esencial de liderazgo corporativo moderno, convirtiéndose en su “socio” de confianza, mediante una colaboración activa en cada uno de los aspectos que componen el llevar a cabo, la estrategia empresarial.